Los ‘smart contracts’ se popularizan por sus implicaciones en sectores como seguros o vivienda

Los contratos ya no se redactan exclusivamente a través de palabras, sino de códigos informáticos, y su cumplimiento puede no depender de la voluntad de las partes, sino de un software. Esta forma de operar en el tráfico jurídico no es ciencia ficción, sino una realidad a la que han dado lugar los smart contracts, también conocidos como contratos inteligentes. Su funcionamiento se basa en un programa que permite que se ejecute una orden preestablecida cuando se cumplen una serie de requisitos; por ejemplo, si tiene lugar X, entonces sucede Y. Y ello a través de tecnología blockchain, lo que implica que los términos se almacenan en una base de datos que no se puede modificar, evitando así malentendidos, alteraciones o manipulaciones.

 

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No obstante, por el momento, no hay una aplicación masiva de los mismos, aunque pueden “facilitarle mucho las cosas” a los bufetes, ya sea a la hora de “redactar los contratos o de automatizar los procesos”, apunta el abogado José María Baños, socio y responsable de derecho tecnológico de RSM, una de las grandes firmas internacionales de auditoría.

 

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